Tu cuerpo está a mi lado

Tu cuerpo está a mi lado

fácil, dulce, callado.

Tu cabeza en mi pecho se arrepiente

con los ojos cerrados

y yo te miro y fumo

y acaricio tu pelo enamorado.

Esta mortal ternura con que callo

te está abrazando a ti mientras yo tengo

inmóviles mis brazos.

Miro mi cuerpo, el muslo

en que descansa tu cansancio,

tu blando seno oculto y apretado

y el bajo y suave respirar de tu vientre

sin mis labios.

Te digo a media voz

cosas que invento a cada rato

y me pongo de veras triste y solo

y te beso como si fueras tu retrato.

Tú, sin hablar, me miras

y te aprietas a mí y haces tu llanto

sin lágrimas, sin ojos, sin espanto.

Y yo vuelvo a fumar, mientras las cosas

se ponen a escuchar lo que no hablamos.

 

Jaime Sabinas

La barca se alejaba

La barca se alejaba

Sobre las olas cóncavas.

De qué garganta sin plumas

Brotaban las canciones.

Una nube de humo y un pañuelo

Se batían al viento.

Las flores del solsticio

Florecen al vacío.

Y en vano hemos llorado

Sin poder recogerlas.

El último verso nunca será cantado.

Levantando un niño al viento

Una mujer decía adiós desde la playa.

Todas las golondrinas se rompieron las alas.

 

Vicente Huidobro

 

Alma en libertad

Ningún cepo puede torturar

Mi alma en libertad,

Pues detrás de este esqueleto mortal

Se teje uno de más valor.

No puedes horadar con un serrucho

Ni traspasar con una cimitarra

Dos cuerpos, por lo tanto perdura,

Amarra uno y el otro vuela libre.

El águila no se despoja

De su nido y, sin embargo,

Gana el cielo

Más fácilmente que tú.

Excepto tú mismo tal vez nadie pueda ser

Tu enemigo,

Cautividad es conciencia

Y también es libertad.

 

Emily Dickinson

 

Oscuridad hermosa

Anoche te he tocado y te he sentido
Sin que mi mano huyera más allá de mi mano,
Sin que mi cuerpo huyera, ni mi oído:
De un modo casi humano te he sentido.

Palpitante,
No sé si como sangre o como nube errante,
Por mi casa, en puntillas, oscuridad que sube,
Oscuridad que baja, corriste centelleante.

Corriste por mi casa de madera
Sus ventanas abriste
Y te sentí latir la noche entera,
Hija de los abismos, silenciosa,
Guerrera, tan terrible, tan hermosa
Que todo cuanto existe,
Para mí, sin tu llama, no existiera.

Gonzalo Rojas

Nostalgia

    Al fin nos hallaremos. Las temblorosas manos
    Apretarán, suaves, la dicha conseguida,
    Por un sendero solo, muy lejos de los vanos
    Cuidados que ahora inquietan la fe de nuestra vida.
    Las ramas de los sauces mojados y amarillos
    Nos rozarán las frentes. En la arena perlada,
    Verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
    Ornarán la indolente paz de nuestra pisada.
    Mi brazo rodeará tu mimosa cintura,
    Tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza,
    ¡Y el ideal vendrá entre la tarde pura,
    A envolver nuestro amor en su eterna belleza!
    Juan Ramón Jiménez

 

Anoche cuando dormía

Anoche cuando dormía
Soñé, ¡bendita ilusión!,
Que una fontana fluía
Dentro de mi corazón.
Di, ¿por qué acequia escondida,
Agua, vienes hasta mí,
Manantial de nueva vida
De donde nunca bebí?

Anoche cuando dormía
Soñé, ¡bendita ilusión!,
Que una colmena tenía
Dentro de mi corazón;
Y las doradas abejas
Iban fabricando en él,
Con las amarguras viejas
Blanca cera y dulce miel.

Anoche cuando dormía
Soñé, ¡bendita ilusión!,
Que un ardiente sol lucía
Dentro de mi corazón.
Era ardiente porque daba
Calores de rojo hogar,
Y era sol porque alumbraba
Y porque hacía llorar.

Anoche cuando dormía
Soñé, ¡bendita ilusión!,
Que era Dios lo que tenía
Dentro de mi corazón.

Antonio Machado

Amo, amas…

AMO, AMAS…

Amar, amar, amar, amar siempre, con todo

el ser y con la tierra y con el cielo,

con lo claro del sol y lo oscuro del lodo:

amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.

Y cuando la montaña de la vida

nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,

amar la inmensidad que es de amor encendida

¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!

Ruben Darío

Rima XXX

RIMA XXX

Asomaba a sus ojos una lágrima

y a mi labio una frase de perdón;

habló el orgullo y se enjugó su llanto,

y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino; ella, por otro;

pero, al pensar en nuestro mutuo amor,

yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?

Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?

Gustavo Adolfo Bécquer

Retrospectiva existente

Retrospectiva existente

Me registro los bolsillos desiertos

para saber dónde fueron aquellos sueños.

Invado las estancias vacías

para recoger mis palabras tan lejanamente idas.

Saqueo aparadores antiguos,

viejos zapatos, amarillentas fotografías tiernas,

estilográficas desusadas y textos desgajados del Bachillerato,

pero nadie me dice quién fui yo.

Aquellas canciones que tanto amaba

no me explican dónde fueron mis minutos,

y aunque torturo los espejos

con peinados de quince años,

con miradas podridas de cinco años

o quizá de muerto,

nadie, nadie me dice dónde estuvo mi voz

ni de qué sirvió mi fuerte sombra mía

esculpida en presurosos desayunos,

en jolgorios de aulas y pelotas de trapo,

mientras los otoños sedimentaban

de pálidas sangres

las bodegas del Ebro.

¿En qué escondidos armarios

guardan los subterráneos ángeles

nuestros restos de nieve nocturna atormentada?

¿Por qué vertientes terribles se despeñan

los corazones de los viejos relojes parados?

¿Dónde encontraremos todo aquello

que éramos en las tardes de los sábados,

cuando el violento secreto de la Vida

era tan sólo

una dulce campana enamorada?

Pues yo registro los bolsillos desiertos

y no encuentro ni un solo minuto mío,

ni una sola mirada en los espejos

que me diga quién fui yo.

Miguel Labordeta

La voz a ti debida (versos 1237 a 1265)

LA VOZ A TI DEBIDA

Versos 1237 a 1265

Lo que eres

me distrae de lo que dices.

Lanzas palabras veloces,

empavesadas de risas,

invitándome

a ir adonde ellas me lleven.

No te atiendo, no las sigo:

estoy mirando

los labios donde nacieron.

Miras de pronto a lo lejos.

Clavas la mirada allí,

no sé en qué, y se te dispara

a buscarlo ya tu alma

afilada, de saeta.

Yo no miro adonde miras:

yo te estoy viendo mirar.

Y cuando deseas algo

no pienso en lo que tú quieres,

ni lo envidio: es lo de menos.

Lo quieres hoy, lo deseas;

mañana lo olvidarás

por una querencia nueva.

No. Te espero más allá

de los fines y los términos.

En lo que no ha de pasar

me quedo, en el puro acto

de tu deseo, queriéndote.

Y no quiero ya otra cosa

más que verte a ti querer.

Pedro Salinas

Razón de amar (versos 343 a 370)

RAZÓN DE AMOR

Versos 343 a 370

¿Fue como beso o llanto?

¿Nos hallamos

con las manos, buscándonos

a tientas, con los gritos,

clamando; con las bocas

que el vacío besaban?

¿Fue un choque de materia

y materia, combate

de pecho contra pecho,

que a fuerza de contactos

se convirtió en victoria

gozosa de los dos,

en prodigioso pacto

de tu ser con mi ser

enteros?

¿O tan sencillo fue,

tan sin esfuerzo, como

una luz que se encuentra

con otra luz, y queda

iluminado el mundo,

sin que nada se toque?

Ninguno lo sabemos.

Ni el dónde. Aquí, en las manos,

como las cicatrices,

allí, dentro del alma,

como un alma del alma,

pervive el prodigioso

saber que nos hallamos,

y que su dónde está

para siempre cerrado.

Ha sido tan hermoso

que no sufre memoria,

como sufren las fechas,

los nombres o las líneas.

Nada en ese milagro

podría ser recuerdo:

porque el recuerdo es

la pena de sí mismo,

el dolor del tamaño,

del tiempo, y todo fue

eternidad: relámpago.

Si quieres recordarlo

no sirve el recordar.

Sólo vale vivir

de cara hacia ese dónde,

queriéndolo, buscándolo.

Pedro Salinas

La voz a ti debida (versos 2389 a 2409)

La voz a ti debida

Versos 2389 a 2409

¡Qué cuerpos leves, sutiles,

hay, sin color,

tan vagos como las sombras,

que no se pueden besar

si no es poniendo los labios

en el aire, contra algo

que pasa y que se parece!

¡Y qué sombras tan morenas

hay, tan duras

que su oscuro mármol frío

jamás se nos rendirá

de pasión entre los brazos!

¡Y qué trajín, ir, venir,

con el amor en volandas,

de los cuerpos a las sombras,

de lo imposible a los labios,

sin parar, sin saber nunca

si es alma de carne o sombra

de cuerpo lo que besamos,

si es algo! ¡Temblando

de dar cariño a la nada!

Pedro Salina