Girl From The North Country (La chica del país del Norte)

Girl From The North Country (La chica del país del Norte)

Si viajas a la feria del país del norte,

donde los vientos soplan fuerte en la frontera,

dale recuerdos a una chica de allí,

Ella Fue Mi Verdadero Amor.

Mira a ver si sus cabellos son tan largos,

si dan vueltas y caen sobre su pecho,

por favor mira si sus cabellos son tan largos,

de este modo es como mejor la recuerdo.

Si vas cuando las tormentas de nieve,

cuando el río se hiela y el verano acaba,

por favor mira si lleva un buen abrigo

que la proteja de los vientos aulladores.

Me pregunto si me recordará alguna vez

muchas veces he rogado por ella

en la oscuridad de mis noches

y en la claridad de mis días

Así que si viajas a la feria del país del norte,

donde los vientos soplan fuerte en la frontera,

dale recuerdos a una chica de allí,

Ella Fue Mi Verdadero Amor.

Bob Dylan

Pequeñas cosas

Uno se cree

que las mató

el tiempo y la ausencia.

Pero su tren

vendió boleto

de ida y vuelta.

Son aquellas pequeñas cosas,

que nos dejó un tiempo de rosas

en un rincón,

en un papel

o en un cajón.

Como un ladrón

te acechan detrás de la puerta.

Te tienen tan

a su merced

como hojas muertas

que el viento arrastra allá o aquí,

que te sonríen tristes y

nos hacen que

lloremos cuando

nadie nos ve.

Joan Manuel Serrat

El poeta a su amada

El poeta a su amada

Amada, en esta noche tú te has crucificado

sobre los dos maderos curvados de mi beso;

y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado

y que hay un viernesanto más dulce que ese beso

En esta noche rara que tanto me has mirado

la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso

En esta noche de septiembre se ha oficiado

mi segunda caída y el más humano beso

Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;

se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;

y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos

Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos

ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura

los dos dormiremos, como dos hermanitos.

César Vallejo (1893-1938)

Nunca terminaré de amarte

Nunca terminaré de amarte

Y de lo que me alegro,

es de que esta labor tan empezada,

este trajín humano de quererte,

no lo voy a acabar en esta vida;

nunca terminaré de amarte.

Guardo para el final las dos puntadas,,

te-quiero, he de coser cuando me muera,

e iré donde me lleven tan tranquila,

me sentaré a la sombra con tus manos,

y seguiré bordándote lo mismo.

El asombro de Dios seré, su orgullo,

de verme tan constante en mi trabajo.

Gloria Fuertes

Un relámpago apenas

Un relámpago apenas

Besas como si fueses a comerme.

Besas besos de mar, a dentelladas.

Las manos en mis sienes y abismadas

nuestras miradas. Yo, sin lucha, inerme,

me declaro vendido, sin vencerme

es ver en ti mis manos maniatadas.

Besas besos de Dios. A bocanadas

bebes mi vida. Sorbes, sin dolerme,

tiras de mi raíz, subes mi muerte

a flor de labio, Y luego, mimadora,

la brizas y las rozas con tu beso.

Oh Dios, oh Dios, si para verte

bastará un beso, un beso que se llora

después, porque ¡oh, por qué! no basta eso.

Blas de Otero (1916-1979)

Nada Es Lo Mismo

Nada Es Lo Mismo

La lágrima fue dicha.

Olvidemos

el llanto

y empecemos de nuevo,

con paciencia,

observando a las cosas

hasta hallar la menuda diferencia

que las separa

de su entidad de ayer

y que define

el transcurso del tiempo y su eficacia.

¿A qué llorar por el caído

fruto,

por el fracaso

de ese deseo hondo,

compacto como un grano de simiente?

No es bueno repetir lo que está dicho.

Después de haber hablado,

de haber vertido lágrimas,

silencio y sonreíd:

nada es lo mismo.

Habrá palabras nuevas para la nueva historia

y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.

Angel Gonzalez

Luz de la noche

LUZ DE LA NOCHE

Estoy pensando, es de noche,

en el día que hará allí

donde esta noche es de día.

En las sombrillas alegres,

abiertas todas las flores,

contra ese sol, que es la luna

tenue que me alumbra a mí.

Aunque todo está tan quieto,

tan en silencio en lo oscuro,

aquí alrededor,

veo a las gentes veloces

—prisa, trajes claros, risa—

consumiendo sin parar,

a pleno goce, esa luz

de ellos, la que va a ser mía

en cuanto alguien diga allí

«ya es de noche».

La noche donde yo estoy

ahora,

donde tú estás junto a mí

tan dormida y tan sin sol

en esa

noche y luna del dormir,

que pienso en el otro lado

de tu sueño, donde hay luz

que yo no veo.

Donde es de día y paseas

—te sonríes al dormir—

con esa sonrisa abierta,

tan alegre, tan de flores,

que la noche y yo sentimos

que no puede ser de aquí.

Pedro Salinas

Nada ha cambiado y, sin embargo todo es diferente

Nada ha cambiado y, sin embargo todo es diferente

Nada es lo mismo y sin embargo, todo es como antes

¿Dónde estás mi amor tan lejos?

¿Por qué estás tan lejos?

En le Café donde nos encontrábamos me siento en la terraza

Veo los mismos amigos la misma gente

Puedo escuchar cortésmente, le sonrío a sus caras

Pero es a ti a quien veo es a ti a quien escucho

Nada ha cambiado y, sin embargo todo es diferente

Nada es lo mismo y sin embargo, todo es como antes

¿Dónde estás mi amor tan lejos?

¿Por qué estás tan lejos?

Me detuve en la vitrina de la librería de enfrente

Luego me doy cuenta las manos vacías el rostro al viento

Y sigo viviendo entre las sombras que pasan

Y traen de vuelta los recuerdos al presente

Nada ha cambiado y, sin embargo todo es diferente

Nada es lo mismo y sin embargo, todo es como antes

¿Dónde estás mi amor tan lejos?

¿Por qué estás tan lejos?

He hecho traer unos troncos, he cambiado la cama de sitio

Y he hecho pintar las paredes todas de blanco

Sin embargo, las noches parecen muy larga, la soledad me hiela

Y la cama se ha vuelto demasiado grande

Nada ha cambiado y, sin embargo todo es diferente

Nada es lo mismo y sin embargo, todo es como antes

Georges Moustaki (traducido)

No te salves

No te salves

No te quedes inmóvil

al borde del camino

no congeles el júbilo

no quieras con desgana

no te salves ahora

ni nunca

no te salves

no te llenes de calma

no reserves del mundo

sólo un rincón tranquilo

no dejes caer los párpados

pesados como juicios

no te quedes sin labios

no te duermas sin sueño

no te pienses sin sangre

no te juzgues sin tiempo

pero si

pese a todo

no puedes evitarlo

y congelas el júbilo

y quieres con desgana

y te salvas ahora

y te llenas de calma

y reservas del mundo

sólo un rincón tranquilo

y dejas caer los párpados

pesados como juicios

y te secas sin labios

y te duermes sin sueño

y te piensas sin sangre

y te juzgas sin tiempo

y te quedas inmóvil

al borde del camino

y te salvas

entonces

no te quedes conmigo

Mario Benedetti

Al que se va

Al que se va

Partir es un asunto dolorido

como morir: al muerto y al ausente

ni la fotografía más ferviente

ni las cartas los sacan del olvido.

Te irás del todo tú que ya te has ido

con decir que te vas tan solamente,

y a cada sol te llevará mi frente

con más obstinación descolorido.

En la agonía de la despedida

como un pañuelo el corazón sacudo

y lo lleno de angustia como un puerto.

Silencio y muerte veo en la partida:

si no me has de escribir te doy por mudo

y si no has de volver te doy por muerto.

Miguel Hernández

Táctica y estrategia

Táctica y estrategia

Mi táctica es

mirarte

aprender como sos

quererte como sos

mi táctica es

hablarte

y escucharte

construir con palabras

un puente indestructible

mi táctica es

quedarme en tu recuerdo

no sé cómo ni sé

con qué pretexto

pero quedarme en vos

mi táctica es

ser franca

y saber que sos franco

y que no nos vendamos

simulacros

para que entre los dos

no haya telón

ni abismos

mi estrategia es

en cambio

más profunda y más

simple

mi estrategia es

que un día cualquiera

no sé cómo ni sé

con qué pretexto

por fin me necesites

Mario Benedetti

Canciones y Soliloquios

Tú, cuya mano me ha bañado

de un fuego transparente las espaldas,

cuyos ojos en claros naufragios hundieron

algunos principios elementales de mi alma,

tú eres mi patria.

Tú, que no tienes apellido,

que no sé si eres pájaro o si alcándara,

que de todos tus brazos las letras de plomo

cayéndose han ido, como si fueran nueces vanas,

tú eres mis padres

y mi patria.

Tú, que ni tú te acuerdas dónde

tendiste a orear las nubes blancas,

que de tantos amores que tienes confundes

el nombre de todos los días de cada semana,

tú eres mi Dios

y mis padres

y mi patria.

Tú, que tan dulcemente besas

que el cielo bocabajo se volcaba,

y que no se sabía de quién ya la lengua,

de quién la saliva, de puro sabrosa y templada,

tú eres mis leyes

y mi Dios

y mis padres

y mi patria.

Tú, que apacientas calaveras

por las praderas de la verde África

y a los rojos leones les echas de pasto

las rosas de leche de luna de Nuruquimagua,

tú eres mi ejército

y mis leyes

y mi Dios

y mis padres

y mi patria.

Eres mi ejército y mis leyes

y mi Dios y mis padres y mi patria,

y el ejército y Dios y las leyes y todas

las patrias y padres se creen que tú no eres nada:

que no eres nada.

Agustín García Calvo, en Canciones y Soliloquios (Lucina, 1976)