- Al fin nos hallaremos. Las temblorosas manos
- Apretarán, suaves, la dicha conseguida,
- Por un sendero solo, muy lejos de los vanos
- Cuidados que ahora inquietan la fe de nuestra vida.
- Las ramas de los sauces mojados y amarillos
- Nos rozarán las frentes. En la arena perlada,
- Verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
- Ornarán la indolente paz de nuestra pisada.
- Mi brazo rodeará tu mimosa cintura,
- Tú dejarás caer en mi hombro tu cabeza,
- ¡Y el ideal vendrá entre la tarde pura,
- A envolver nuestro amor en su eterna belleza!
- Juan Ramón Jiménez